LA PASTORITA Y LAS OCAS
Un
joven iba a cazar al bosque y encontró una viejecita encorvada por el
peso de los años, y todavía más por el peso de un gran haz de leña. Se
ofreció a llevárselo él, pero se dio cuenta de que era más pesado de lo
que había imaginado. Quiso librarse del haz y notó que se le había
pegado a la espalda, como si hubiera echado raíces. Entonces comprendió
que la vieja era una bruja pero como ya estaba encantado, tuvo que
seguirla hasta su casa, donde esperaba la hija de la vieja, una mujer
también vieja y fea que se había quedado cuidando las ocas.
El joven se preparaba para lo peor; la
bruja, por el contrario dejó que se marchara y en agradecimiento por
haberle llevado el haz, le regaló una maravillosa esmeralda en forma de
cofre que contenía una perla.
Poco después la reina vio la extraña
joya y reconoció en la perla una lagrima de su hija, raptada hacía
muchos años. Pidió al cazador que le contara toda la historia y le rogó
que la acompañara a la casa de la bruja. Casi habían llegado, cuando el
joven vio, a orillas de un pequeño estanque, a la hija de la vieja que,
quitándose la peluca gris y la piel marchita y rugosa, resultó ser una
hermosìsima muchacha rubia. La reina reconoció inmediatamente a su hija y
soltó un grito, que atrajo a la bruja… que no lo era, sino un hada.
El hada había liberado a la princesa,
raptada por un ogro, y la había tenido junto a ella; pero se habían
disfrazado para escapar de la venganza del malvado ogro y de otros
enemigos.
A los jóvenes les bastó verse para
enamorarse; y el hada hizo aparecer un castillo encantado para ellos, en
el que los esposos vivieron felices y contentos.
ENSEÑANZA:_____________________________________________________________________
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